Legado ancestral y resistencia femenina
En las aguas gélidas del mar de Japón, rodeando la isla surcoreana de Jeju, un grupo de mujeres practica una actividad ancestral: la recolección submarina de mariscos y algas a pulmón libre. Conocidas como haenyeo, estas buceadoras han transformado su entorno y sociedad durante siglos, estableciendo un modelo matriarcal único en Corea.
Desde el siglo XVII, cuando los hombres emigraron o se dedicaron a actividades marítimas lejanas, las mujeres asumieron el rol de proveedoras familiares. Esta tradición, reconocida por Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial, hoy enfrenta el desafío de su preservación ante el envejecimiento de sus practicantes y la falta de relevo generacional.
Descubrimiento científico con impacto global
Un estudio internacional liderado por Diana Aguilar Gómez, investigadora en genética poblacional, reveló adaptaciones genéticas específicas en las haenyeo. Analizando muestras de ADN y comparando tres grupos de mujeres, el equipo identificó una variante genética asociada a la regulación de la presión arterial.
“Creemos que esta variante genética puede tener un efecto protector en casos de preeclampsia”, revela la investigadora.
Además, se encontró otra mutación relacionada con la resistencia al frío.
“Estas mujeres históricamente buceaban con trajes de algodón, todo el año, incluso en invierno. Esta variante genética puede haber sido seleccionada porque ayudó a sobrevivir en esas condiciones”, explica Aguilar.
Estas adaptaciones, posiblemente consolidadas hace más de mil años, podrían tener aplicaciones médicas relevantes en el tratamiento de hipertensión y problemas vasculares.
Retos de una tradición en decadencia
De las más de 30,000 buceadoras en la década de 1960, hoy solo quedan menos de 3,000 activas, con más del 80% superando los 60 años. La transformación económica de Jeju hacia el turismo y servicios ha reducido la atracción de esta labor ardua y peligrosa.
“Son muchas menos de las que se retiran o mueren, por lo que el oficio está en peligro de extinción”, reconoce un análisis del declive generacional.
Aunque el gobierno surcoreano ofrece apoyos económicos y derechos exclusivos de pesca, el impacto es limitado. Pocas jóvenes están dispuestas a asumir los riesgos y sacrificios de esta vida. Sin embargo, algunas han encontrado formas innovadoras de mantener viva la cultura haenyeo, como el restaurante Pyeongdae Sunggae Guksu que utiliza exclusivamente productos recolectados por buceadoras.
Adaptación al siglo XXI
En la isla de Geoje, Sohee Jin y Jungmin Woo representan un nuevo rostro de las haenyeo. A sus 32 años, Sohee no solo practica el buceo tradicional, sino que también gestiona pedidos por redes sociales, participa en programas televisivos y ha actuado en cine.
“Bucean todo el año, están orgullosas de su oficio y encuentran en el mar una libertad que, aseguran, no cambiarían por la tediosa rutina de un despacho”, describe su filosofía de vida.
Este colectivo de jóvenes buceadoras busca preservar la tradición adaptándola a la modernidad, enfrentando desafíos como redes abandonadas, pescadores ilegales y los efectos del cambio climático, mientras demuestran que la resistencia ancestral puede convivir con el siglo XXI.