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Internacional

La mente del terrorismo: ¿Comprende Israel a sus adversarios?

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El conocimiento del enemigo según Sun Tzu

El filósofo militar Sun Tzu afirmó que conocer al adversario y a uno mismo es esencial para evitar derrotas. El ataque del 7 de octubre demostró que Israel no logró comprender plenamente a sus enemigos ni ajustar su propia estrategia, a pesar de décadas de confrontación con grupos como Hamás.

El profesor Arie Kruglanski, especialista en psicología del terrorismo, señala que “El extremismo no es un fenómeno limitado a un grupo de personas locas que han perdido la cabeza. Bajo ciertas circunstancias, cualquiera, incluso tú y yo, somos capaces de convertirnos en extremistas o de hacer cosas extremas”. Esta reflexión subraya cómo factores contextuales pueden radicalizar a individuos.

Origen del conflicto: Búsqueda de significado y soberanía

El conflicto israelo-palestino se arraiga en la lucha por la soberanía y el reconocimiento. Kruglanski explica que “La búsqueda de significado se puede lograr de dos maneras básicas: (a) a través de logros individuales por los que se es recompensado con respeto y prestigio; y (b) a través de la identidad social de uno”. Ambos pueblos, judíos y palestinos, han buscado su identidad y dignidad mediante la creación de estados soberanos, pero sobre el mismo territorio.

La narrativa de que “Israel caerá” ha alimentado el ciclo de violencia, con cada acto de fuerza generando represalias. La ocupación y los asentamientos israelíes han exacerbado el resentimiento palestino, mientras que la violencia palestina ha radicalizado posturas en Israel.

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Desradicalización: Un desafío complejo

El caso de Yahya Sinwar, líder de Hamás detenido por Israel durante 22 años, ilustra la dificultad de la desradicalización. Según Kruglanski, “La desradicalización tiene una oportunidad de éxito cuando la vía violenta hacia la importancia se elimina y se muestra como algo probable de traer vergüenza en lugar de orgullo o respeto”. Sin embargo, mientras persista la resistencia y el prestigio de la lucha armada, será difícil revertir las ideologías extremas.

En contextos como Egipto y Sri Lanka, la desradicalización tuvo éxito tras la derrota militar de grupos terroristas. En Gaza, sin embargo, el entorno social y político actual dificulta un enfoque similar.

Salida del círculo vicioso

Para romper el ciclo de violencia, Kruglanski propone dos caminos: (1) demostrar que la violencia no llevará a la dignidad palestina, sino a más humillación, y (2) ofrecer una alternativa viable, como la solución de dos estados. “El mero desarrollo económico es poco probable que convenza a los palestinos de dejar las armas y cesar en su lucha violenta. La economía no lo es todo, contrario a la concepción popular”.

El experto concluye que ambos lados deben reconocer que no desaparecerán y que el eliminacionismo solo prolonga el sufrimiento. La comprensión mutua y la disposición al diálogo son esenciales para avanzar hacia una solución duradera.

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