El Auditorio Nacional se convirtió en epicentro de la danza universal el 27 de mayo de 2025, cuando Elisa Carrillo Cabrera protagonizó una velada magistral que reunió a las máximas figuras del ballet contemporáneo en la gala ‘Elisa y Amigos’.
Una despedida histórica de la obra de Béjart
La primera bailarina del Staatsballett Berlin interpretó por última vez en México la coreografía original de Maurice Béjart, que desde 1961 se ha convertido en un reto supremo para los artistas de danza. ‘Con Bolero toco la cima. Es un momento fundamental en mi carrera y en mi vida. Con él termino una etapa importante en los escenarios’, afirmó la artista mexicana.
Un elenco de leyendas internacionales
La gala trascendió fronteras y generaciones, contando con la participación de Léonore Baulac y Marc Moreau de la Ópera de París, Joseph Gordon y Megan Fairchild del New York City Ballet, y el innovador Sergio Bernal que integra flamenco y danza moderna. También se presentaron destacados talentos nacionales como Alejandro Hidalgo y Elisa Ramos de la Compañía Nacional de Danza, junto a representantes del Ballet de Monterrey y Ballet Nacional Checo.
Un programa que fusionó clasicismo y vanguardia
El repertorio abarcó desde piezas clásicas como el pas de deux de La Bella Durmiente y Tchaikovsky Pas de Deux de Balanchine, hasta creaciones contemporáneas como Concerto for Double Bass y Le Parc, en las que Carrillo demostró su versatilidad técnica junto al ruso Yury Smekalov. La coreografía final, Bolero, contó con la participación de 40 bailarines mexicanos preparados por Piotr Nardelli, cercano colaborador de Béjart.
‘Con Bolero toco la cima. Es un momento fundamental en mi carrera y en mi vida. Con él termino una etapa importante en los escenarios’
Una ovación que cruzó muros de emoción
El público entregado respondió con una ovación prolongada, sintiendo cada compás y movimiento en un silencio reverente que explotó en aplausos al finalizar. La energía colectiva en el recinto fue palpable, con una conexión entre artistas y asistentes que demostró el poder transformador de la danza como lenguaje universal, celebrando la excelencia artística y el intercambio cultural.
