Descubrimiento personal y lucha contra el prejuicio
Eréndira Castorela, actriz y activista afromexicana, reveló cómo sus rasgos físicos le cerraron oportunidades en la industria artística. Diversos directores de casting la rechazaron argumentando que sus características no encajaban con el estereotipo esperado de una mujer mexicana. Fue hasta que se vinculó con Mulato Teatro que logró comprender su identidad afro. “Luego descubrí lo que es reconocerse como una persona afro. Somos muy diversos y quizá por la discriminación no nos sabemos identificar como tal”, afirmó.
Herencia africana en la historia mexicana
La investigadora María Elisa Velázquez, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, señaló que en México persiste una invisibilización relacionada con el racismo y la ideología del mestizaje. “La idea del mestizaje ha negado la diversidad cultural de lo que somos los mexicanos”, indicó, destacando que durante la época colonial, además de las uniones entre españoles e indígenas, hubo presencia de población africana traída como esclava. Datos oficiales revelan que 3.1 millones de mexicanos pertenecen a la comunidad afrodescendiente, principalmente en Guerrero, Morelos, Colima y Quintana Roo, con el 63% reconociéndose simultáneamente como indígenas.
Teatro como herramienta de empoderamiento
Castorela encontró en el baile afro una forma de expresión que coincidía con su fisonomía. “Me siento mucho más libre porque hay apertura, hay movimiento”, expresó, refiriéndose a cómo su identidad afromexicana le permitió sentirse representada. Por su parte, Marisol Castillo, fundadora de Mulato Teatro junto con el dramaturgo Jaime Chabaud, compartió cómo en México se le ofrecían papeles estereotipados a actores afro, como prostitutas o sirvientas. “Nos quieren meter a todos en el mismo estilo, el estilo blanco. Lo que se sale de esos estilos es como: ‘no sirve, es mal actor, está fuera de tono’, pero no es eso, es que somos diferentes”, aseguró.
Representación diversa y temáticas inclusivas
Las obras de Chabaud abordan historias que fusionan tradiciones africanas y mexicanas, como “Yanga”, sobre un libertador negro en Veracruz, y “¿A dónde va señor Tlacuache?”, basado en mitos mesoamericanos. Aldo Martín, actor de 28 años, comentó que aunque no se identifica como afro, valora que el teatro refleje la diversidad del país. “Nuestros ancestros no sólo son indígenas sino que tienen mezclas y esas mezclas han dado como resultado una sociedad muy distinta, de todos los colores, y no creo que pudiéramos encasillarnos en ser afros”.
Espacio para comunidades marginadas
Mulato Teatro también apoya la participación de artistas LGBTQ+, como la actriz trans Annya Atanasio Cadena, quien interpreta personajes que abordan violencia de género. “Es muy conmovedor poder vivir este espacio que también me sana de manera personal. Es mostrar que existimos, que somos más que historias. Somos ‘cuerpas’, pulsiones, sentires y los dolores que cargamos”, expresó. Castillo, autora de “Soñando África”, explicó cómo su obra permite conectar con personas que comparten su identidad. “Cuando las personas de la misma etnia nos encontramos, nos llamamos hermanos. Porque todos salimos del mismo puerto”.