Origen y primer líder de la Arquidiócesis
La Arquidiócesis de Puebla comenzó su historia en 1903, cuando el Papa San Pío X transformó la antigua Diócesis de Puebla-Tlaxcala en sede arzobispal. José Ramón Ibarra y González, quien hasta entonces era obispo, se convirtió en el primer arzobispo de la región. Nacido en 1853 en Olinalá, Guerrero, Ibarra y González destacó por su formación académica en Roma, donde obtuvo doctorados en teología, derecho canónico y filosofía. Su legado incluye la fundación de instituciones educativas y la elevación del Seminario Palafoxiano a Universidad Católica Angelopolitana.
Entre sus logros más destacados está la institución del 12 de febrero como fecha oficial para las peregrinaciones a Guadalupe. Durante la Revolución Mexicana, tuvo que abandonar Puebla en 1914 y falleció exiliado en la Ciudad de México en 1917. En 1990 fue declarado “venerable” por el Papa Juan Pablo II y actualmente se encuentra en proceso de beatificación.
De Enrique Sánchez Paredes a Pedro Vera y Zuria
Enrique Sánchez Paredes asumió el cargo en 1919 tras la muerte de Ibarra y González. Originario de Amozoc, Puebla, fue ordenado sacerdote en Roma y regresó a su tierra natal para liderar la arquidiócesis en un periodo complicado por la Revolución. Reorganizó el Seminario Palafoxiano y restableció el culto católico en la región. Su gestión duró solo cuatro años, pues falleció en 1923 víctima de una pulmonía.
Pedro Vera y Zuria tomó el relevo en 1924 y permaneció en el cargo durante 21 años, siendo el tercer arzobispo más longevo de Puebla. Natural de Querétaro, fue perseguido durante la Guerra Cristera y obligado a exiliarse en Texas desde 1926 hasta 1929. A su regreso, siguió desarrollando labores pastorales y educativas, además de escribir “Cartas a mis seminaristas”, una obra que documentó la historia de las parroquias de la región. Falleció en 1945 tras más de dos décadas al frente de la arquidiócesis.
Los hermanos Márquez y Toriz
José Ignacio Márquez y Toriz gobernó la arquidiócesis entre 1945 y 1950. Hermano de Octaviano Márquez y Toriz, destacó por la inauguración de nuevas oficinas arzobispales y la fundación de instituciones educativas como la Universidad Femenina. Su vida se vio truncada en 1950 cuando sufrió un infarto al arrojarse al mar en Veracruz.
Octaviano Márquez y Toriz lo sucedió en 1951 y permaneció en el cargo durante 24 años, convirtiéndose en el segundo arzobispo con más tiempo en funciones. Bajo su liderazgo se construyó el nuevo campus del Seminario Palafoxiano y se estableció la Feria Guadalupana en 1961. También promovió la creación de espacios para la formación religiosa y social, como la Casa de la Cristiandad. Falleció en 1975 a causa de un infarto.
Ernesto Corripio Ahumada y Rosendo Huesca Pacheco
Ernesto Corripio Ahumada ocupó el cargo por solo 19 meses, de 1976 a 1977, antes de ser trasladado a la Arquidiócesis de México. Nacido en Tampico, Tamaulipas, fue ordenado cardenal en 1979 y falleció en 2008 por una trombosis. Su breve estancia en Puebla se vio marcada por la transición hacia una nueva etapa en la historia arzobispal.
Rosendo Huesca Pacheco fue el séptimo arzobispo de Puebla, con una gestión que se extendió por 32 años, el periodo más largo en la historia de la arquidiócesis. Originario de Oaxaca, fundó importantes instituciones sociales como el Banco de Alimentos y la Fundación Caritas. Recibió al Papa Juan Pablo II durante su visita a Puebla en 1979 y renunció al cargo en 2009 al cumplir los 75 años. Falleció en 2017 a los 85 años.
Renuncias canónicas y transiciones
De los ocho arzobispos que han dirigido la Arquidiócesis de Puebla, solo dos han presentado renuncias canónicas al cumplir los 75 años: Rosendo Huesca Pacheco en 2009 y Víctor Sánchez Espinosa en 2025. Estos retiros se ajustan al canon 401 del Código de Derecho Canónico, aunque los prelados continúan en funciones hasta que la Santa Sede designa a sus sucesores.
