Terry Gene Bollea, conocido públicamente como Hulk Hogan, dejó una huella imborrable en la cultura estadounidense del siglo XX. Su presencia escénica, caracterizada por su vestimenta estrafalaria y su personalidad exagerada, convirtió al luchador fallecido el jueves en un símbolo de la masculinidad hiperbólica de los años ochenta.
Un personaje que trascendió el deporte
Su imagen no se limitó al ring de lucha libre. Con su melena rubia, pañuelo en la cabeza y bigote característico, Hogan se transformó en un icono pop que aparecía en programas infantiles de televisión, películas y dibujos animados.
“Su marca de virilidad exagerada, basada en la lucha, es una parte clave de la plataforma política de Trump”
, aseguró quien fuera su personaje durante su última aparición pública en una convención política.
Un símbolo de la era Reagan
Durante la Guerra Fría, Hogan personificaba el triunfo estadounidense sobre adversarios extranjeros en el ring, enfrentándose a personajes diseñados para representar a naciones rivales. Sus combates contra figuras como Iron Sheik (iraní), Nikolai Volkoff (ruso) y Yokozuna (japonés) se convirtieron en metáforas de la política internacional de la época.
De la lucha al entretenimiento político
Su presencia en eventos políticos recientes, como el mitin de Donald Trump en Madison Square Garden, mostró cómo su figura sigue siendo utilizada como símbolo de ciertos valores nacionales.
“La Hulkamanía derivó en la Trumpmanía, que a su vez anunció un Hulk-renacimiento”
, describe su evolución desde el deporte hasta el ámbito político.
Un look inolvidable
Su vestuario colorido, particularmente su combinación original de rojo y dorado, se convirtió en un disfraz popular en fiestas de disfraces. Aunque probó otros estilos durante su carrera, incluyendo una versión patriótica con estrellas y barras, su imagen clásica permaneció en la memoria colectiva como su representación más auténtica.