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Política

MÁS ALLÁ DE LA LIDERAZGO: ALITO MORENO Y LA CRISIS INTERNA DEL PRI

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Cuando a mediados de octubre el PAN hizo público su proceso de refundación con el objetivo de “modernizarse” y “abrirse a los ciudadanos”, excluyendo expresamente al PRI, la figura que más rápidamente reaccionó fue el dirigente del partido tricolor, Alejandro “Alito” Moreno. En diálogo con el periodista Ciro Gómez Leyva, expresó: “No entiendo esta posición… lo que necesitamos es impulsar un frente amplio con ciudadanos y partidos políticos…el PRI mantiene su vocación aliancista”.

Un cambio radical de postura

Sin embargo, semanas después, el líder priista sorprendió con un viraje total en su discurso, asegurando que para el año 2030 el PRI no considerará a ningún candidato externo, argumentando que “ya fuimos con dos candidatos ciudadanos y nos fue de la fregada”. Hizo alusión directa a las derrotas electorales de José Antonio Meade en 2018 frente a López Obrador, y de Xóchitl Gálvez ante Claudia Sheinbaum, para reforzar su postura.

“Dos veces competimos sin candidato a la presidencia del país y 6.7 millones de mexicanos fueron a votar por el PRI. ¿Ustedes creen que vamos a ir otra vez con otro invento en 2030 para que entonces sí se hunda el país? No compañeros, aquí se necesita una gente profesional”, afirmó, generando tensión entre quienes lo escuchaban.

Un discurso cargado de autosuficiencia

En un tono altamente personal, Moreno recordó su trayectoria: “Yo he sido doce veces candidato en distintos espacios de mi vida, en la juvenil, universitario, cargos de elección y todos los he ganado. Entonces si dicen que el PRI no tiene presencia, que ese pinche Alito no sirve ¿entonces por qué se preocupan por mi? ¿Saben por que se preocupan por mi? Porque el único que tiene las dos cosas (se llevó el índice a la sien y ahuecó la mano derecha para dar a entender que tiene inteligencia y… pantalones) lo tienen aquí en el partido”, dijo mientras se señalaba el pecho.

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“Que me digan a mi que otros que están ahí son mejores que yo, n’mbre, a las pruebas me remito. El compromiso de nosotros es regresar al gobierno, ¿con quién? con quien le pueda ganar a Morena. Y yo creo que hay una gran oportunidad (de ganar)”

Si bien no pronunció explícitamente su nombre como aspirante, su mensaje fue claro para quienes estaban presentes: él se ve como la figura central de la próxima contienda.

La advertencia a los priistas

La columna señala que, más allá de las declaraciones, es momento de que los integrantes del partido —consejeros, líderes estatales y delegados— evalúen con seriedad su permanencia en la dirigencia. Se advierte que si no actúan, podrían quedar arrastrados por una caída que ya parece inminente.

El texto subraya que, con once gubernaturas perdidas en menos de cinco años y un desgaste nacional profundo, el PRI está al borde del colapso político. La insistencia de Moreno en mantener el control y posicionarse como posible candidato, pese a los resultados adversos, podría ser el golpe definitivo.

“Que Alito no se quiera dar cuenta porque más que para la silla representativa de su partido está para el diván de un siquiatra, es bronca de él. Pero que por miedo a perder sus canonjías, los priistas se obstinen en sostenerlo y lo peor, aplaudan y apoyen su abanderamiento como candidato a un imposible, les costará caro”, se afirma con dureza.

La advertencia final es clara: si no se toman decisiones audaces, el derrumbe del tricolor no solo será político, sino colectivo, arrastrando consigo a quienes decidieron no oponerse.

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