Origen familiar de la pasión por el deporte
La vivienda de los Tsui se transformó en un espacio de entrenamiento donde el deporte representaba una celebración colectiva y un fundamento de equidad. Bonnie Tsui y su hermano vivieron en Long Island, Nueva York, con una tradición familiar que marcó su juventud: ‘Muéstrame un músculo’. Su progenitor, emigrado de Hong Kong que llegó a Nueva York en los años sesenta, los invitaba a flexionar sus bíceps, celebrando cada logro con carcajadas y palabras motivadoras.
Educación física basada en igualdad
El padre de Bonnie, artista profesional responsable de carteles para la transmisión de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sarajevo 1984 por parte de ABC, convirtió el hogar en un gimnasio doméstico. Equipamiento como pesas, barras de dominadas, nunchakus, cuerdas y sacos de boxeo formaban parte del entorno cotidiano. Desde pequeños, Bonnie y su hermano participaban en sesiones con su padre, descrito por medios como ‘un niño perpetuo, excelente para jugar’. La equidad era un pilar fundamental en su instrucción física: ‘Nos entrenó por igual, sin considerar el tamaño, la edad o el género’, recordó Tsui en declaraciones al New York Times.
Simbolismo del músculo en la vida cotidiana
Más allá del desarrollo físico, el músculo adquirió en la familia Tsui un significado simbólico. La autora, también deportista de por vida, notó cómo el vocabulario diario está lleno de analogías musculares. ‘El músculo significa mucho más que la cosa física en sí’, escribió en su artículo. Se utiliza ‘músculo’ para aludir a la capacidad de aprender, relacionarse, competir o mostrar empatía. Estas habilidades, como los músculos reales, se fortalecen con repetición y dedicación.
Conexión entre músculo y mente
Según Tsui, el músculo se desarrolla mediante rupturas. Las fibras se lesionan con el esfuerzo y se regeneran gracias a células madre que incrementan su volumen. La fuerza proviene de superar pequeñas roturas y permitir la recuperación. Esta relación entre músculo y mente no se limita al ámbito biológico: ‘El cerebro y los músculos están en constante diálogo, intercambiando señales electroquímicas’, concluyó Tsui tras investigar para su libro.
El ejercicio como herramienta de autoconocimiento
La filosofía del músculo, aprendida en la niñez y reforzada en la madurez, se centra en la capacidad de afirmar la propia existencia a través del movimiento. ‘El acondicionamiento físico no garantiza nada, por supuesto. El ejercicio no es una solución milagrosa ante la muerte’, escribió Tsui en su texto para The New York Times. Recordó que su abuelo paterno falleció de un infarto a los 64 años, evento que llevó a su padre a ver el deporte no como una apuesta al futuro, sino como un ancla en el presente. Esta transformación enseñó a la autora que el ejercicio no es un objetivo, sino una forma de estar.