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Exhibición en Madrid reescribe la narrativa sobre las culturas indígenas de México desde la perspectiva femenina

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Diego Prieto Hernández, responsable de la Unidad de Culturas Vivas, Patrimonio Inmaterial e Interculturalidad, insistió en que es urgente desmantelar el mito de que las tierras que hoy conforman México carecían de civilización antes de la llegada de los europeos. Durante una entrevista con este medio, señaló que hace más de 500 años ya florecían en esta región sociedades altamente desarrolladas, con avances notables en arquitectura, economía, urbanismo y escritura.

Una mirada contundente al pasado y presente indígena

El funcionario detalló que el ambicioso proyecto La mitad del mundo: La mujer en el México indígena, desplegado en cuatro sedes en Madrid, nació por decisión directa de la presidenta Claudia Sheinbaum, con el objetivo de presentar una muestra “contundente” centrada en la aportación femenina en las culturas originarias y actuales. Esta iniciativa, afirmó, también fortalece los lazos culturales y diplomáticos entre México y España.

La exposición se compone de 435 piezas arqueológicas y etnográficas, distribuidas en cuatro ejes temáticos que exploran distintas dimensiones del papel de la mujer. Uno de ellos, enfocado en lo sagrado, aborda a la mujer como deidad, como principio cósmico y como puente entre lo material y lo espiritual. Esta sección se exhibe en la Casa de México en España.

Trabajo, saberes y poder femenino en la antigüedad

El Museo Arqueológico Nacional alberga el apartado dedicado a la mujer en su dimensión social: trabajadora, madre, gobernante, guerrera, escritora y tejedora. “Porque en el tejido se plasma una manera de ver el mundo y una memoria”, afirmó Prieto, recordando su gestión al frente del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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En el Museo Thyssen-Bornemisza se exhibe el ajuar de Tz’akbu Ajaw, conocida popularmente como la Reina Roja, cuyo nombre alude a su múltiple linaje. El cinabrio que cubría sus restos, de color rojo intenso, simboliza la sangre, el inframundo y el ciclo vida-muerte, concepto central en la visión mesoamericana donde ambos extremos no se oponen, sino que se complementan.

Reconocimiento constitucional y pluriculturalidad

Prieto Hernández destacó que la exposición permite comprender a México como un “país orgullosamente pluricultural”, que incluye a pueblos indígenas, afromexicanos y mestizos. Sin embargo, reconoció que históricamente estas comunidades han vivido en condiciones asimétricas frente a quienes adoptaron una visión occidental del mundo.

Por eso, desde septiembre del año pasado se impulsa una reforma constitucional para reconocer a los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos de derecho público, con capacidad para ejercer autonomía, conservar sus lenguas, tradiciones, patrimonios bioculturales y acceder a recursos públicos. “Les debemos un trato igual, por lo cual decidimos –algo que tienen que mirar los españoles–, desde septiembre del año pasado, reformar la Constitución para reconocer que los pueblos indígenas y afromexicanos son sujetos de derecho público; es decir, que pueden tener sus propias autoridades, lengua, recursos e incluso la capacidad de mantener tradiciones, saberes, patrimonios bioculturales y acceso a recursos públicos.”

Participación comunitaria y dualidad mesoamericana

El antropólogo reveló que se consultó con integrantes de diversas comunidades para la parte etnográfica. En la inauguración estuvo presente una mujer chinanteca residente en Madrid, a quien calificó como elegante y simbólica. “Fue un error que no subiera al momento de la fotografía. Sería padrísimo que acudan más mujeres de diversos pueblos; es cosa de hacernos cargo de su traslado.”

Admitió que hubo limitaciones de tiempo: “Hay quienes han dicho que debió haber habido más presencia y opiniones de mujeres indígenas. Tienen toda la razón, pero fue vertiginoso” el proceso organizativo, que inició en enero.

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El título de la muestra proviene del libro del antropólogo francés Jacques Galinier, quien trabajó más de 35 años con los hñähñu de San Pablito, Puebla. “La noción de la mitad del mundo expresa esa visión dualista, pero no maniquea, de las culturas mesoamericanas, donde podemos hacer clasificaciones sustentadas en extremos rituales que no son antagónicos, sino complementarios; es decir, lo alto, lo bajo; lo frío, lo caliente, se complementan.”

El arte como herencia viva

Prieto mencionó que hay numerosas deidades mesoamericanas con manifestaciones tanto masculinas como femeninas, como Ometéotl, que se divide en Ometecuhtli y Omecíhuatl, o Tlaltecuhtli, que también puede tener una versión masculina. “En fin, todo este asunto donde hay compenetración”.

Destacó que este tipo de exposiciones permiten reinterpretar el arte indígena como una fuente viva. Puso como ejemplo la visita de Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología, a una muestra en Asturias donde jóvenes artistas de entre 11 y 17 años reinterpretaron piezas emblemáticas como la Coyolxauhqui, la Coatlicue, la cabeza olmeca y el chimalli de Yanhuitlán. “Hicieron maravillas de reinterpretación en dibujo, pintura y escultura de bulto. Muchachos de entre 11 y 17 años encantados de ese placer estético. Es obvio que si uno mira la Coatlicue, se sorprende. Mucho del arte contemporáneo tiene que ver con esta recuperación de miradas ancestrales.”

Prieto cerró con una reflexión: “habrá que ver qué tanto emergen esos análisis estéticos, como la reflexión poética de Octavo Paz alrededor de la Coatlicue y las caritas sonrientes de Veracruz. También habrá ahí la posibilidad de que ellos retomen otras miradas sobre el arte”.

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