Economía

El objetivo de fabricar 100 millones de autos anuales se desvanece por la crisis económica global

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El ambicioso plan de la industria automotriz mundial de alcanzar una producción anual de 100 millones de vehículos ha entrado en retroceso, debido a un escenario económico adverso marcado por la inflación, tipos de interés elevados y una demanda más débil en los mercados clave. Lo que parecía alcanzable hace apenas un año ahora se considera una meta distante, incluso en los pronósticos más optimistas.

Desaceleración en los mercados principales

Los principales consumidores globales —Estados Unidos, Europa y China— están registrando una disminución en la compra de automóviles nuevos. Esta desaceleración ha forzado a los fabricantes a replantear sus estrategias de producción e inversión. El entorno de incertidumbre geopolítica y los altos costos financieros han intensificado la cautela en la toma de decisiones empresariales.

“Durante muchos años fue un objetivo, o se veía como una tendencia hacia la que todos nos dirigíamos: alcanzar un mercado de 100 millones de automóviles en todo el mundo. Su punto más alto fue en 2017; y desde entonces bajó y no se ha recuperado. La verdad es que ni los pronósticos más optimistas ven llegar a 100 millones de autos mundiales de aquí a 2035. Es poco probable que lleguemos a eso”

, afirma Eric Ramírez, director para América Latina y el Caribe de Urban Science.

Del global al local: una nueva lógica industrial

El modelo de producción globalizada, que durante décadas permitió armar vehículos con piezas de múltiples continentes, está siendo reemplazado por cadenas de suministro más regionales o incluso locales. Las tensiones comerciales y las políticas proteccionistas están impulsando esta reconfiguración, que prioriza la autosuficiencia sobre la eficiencia internacional.

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El Fondo Monetario Internacional ha señalado que la economía global crecerá 0.2% menos de lo previsto en el año en curso, y que un aumento en las barreras comerciales podría reducir aún más el producto mundial en 2026.

“El principal riesgo es que los aranceles puedan aumentar más debido a la reanudación y la falta de resolución de las tensiones comerciales, que sumadas a las perturbaciones en las cadenas de suministro podrían reducir el producto mundial”

, advierte el organismo.

México en medio del reacomodo industrial

El impacto también se siente en México, donde la meta de fabricar 4 millones de vehículos en 2025 comienza a verse comprometida. Aunque el país cuenta con nuevas plantas y expansiones en regiones como el Bajío y el norte, la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) reconoce que el panorama actual exige prudencia.

Gerardo Gómez, director senior y gerente general de J.D. Power México, destaca que las automotrices están ajustando sus planes:

“Para este año hay muchos ajustes, específicamente en cuanto a la producción y ventas, basados en todas las circunstancias globales y los comentarios en torno a ellas. Dada esa incertidumbre, todas las armadoras se van hacia atrás en el aspecto de que se vuelven precavidas en cuanto a cuáles son los siguientes pasos, por lo cual empiezan a reducir el ritmo de producción y el de inversión”

.

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Electrificación frenada por la inestabilidad

El impulso hacia la movilidad eléctrica también se ha visto afectado. Pese a los llamados a descarbonizar el transporte, la dependencia de materiales estratégicos concentrados en pocos países, como el litio y las tierras raras, representa un riesgo operativo importante.

Además, la escasez de semiconductores durante la pandemia reveló la fragilidad de las cadenas globales. Hoy, esa vulnerabilidad persiste, y los fabricantes están priorizando la estabilidad financiera por encima de las inversiones masivas en innovación.

“No es tan bueno pensar que para hacer ese vehículo eléctrico se necesitan baterías, de las cuales su tecnología está muy concentrada en un solo país y que para hacer esas baterías se necesitan tierras raras o componentes muy especiales que están concentrados nada más en un puñado de países”

, advierte Ramírez. La transición verde, aunque aún vigente, avanza ahora con mayor lentitud y selectividad.

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